14.4.14

¿PODREMOS DECIDIR?

Se han cumplido 35 años de Ayuntamientos democráticos. 35 años donde los ciudadanos hemos podido decidir por aquellas opciones políticas en las que hemos pensado que lucharían por nuestra Ciudad y por nuestro bienestar. En las que hemos creído.

35 años en los que de forma conjunta, institución municipal y ciudadanos, hemos tejido complicidades para conformar las ciudades en las que ahora vivimos.

Ciudades vertebradas territorialmente que han pretendido garantizar la justicia social. Cosa, por otro lado, que no ha sido ni fácil ni factible lograrlo en algunas ocasiones.

Creo que somos conscientes de las ciudades y pueblos de los que proveníamos, con grandes carencias. Ha sido un largo trayecto no exento de dificultades, por otra parte. Y, sin embargo, hemos sabido salir adelante con convicción, fuerza y tenacidad.

35 años después, nos encontramos que, como ciudadanos, nuestras expectativas de futuro se están diluyendo, y si no hacemos nada al respecto,  acabarán desplomándose como un castillo de naipes.

La reforma local del Partido Popular, que desde el 2011 está llevando a cabo, demolerá el Estado tal y como lo hemos conocido hasta ahora. Una reforma que, de hecho y de derecho, de forma encubierta en algunos casos, nos traslada con una regresión brutal a los años 40. Una re-centralización y, por lo tanto, un ataque a la Constitución Española. Un ataque hecho por la puerta de detrás.

Esta reforma es un atentado institucional y, en consecuencia, territorial.

Me refiero a todas las vulneraciones al principio de autonomía local con las que nos está atacando el Partido Popular.

Desde la limitación presupuestaria del gasto marcado por el Ministerio de Hacienda, que día a día presiona y empequeñece las arcas municipales.

O la exigencia del déficit 0 a los Ayuntamientos, cuando al Estado y a las Comunidades Autónomas se les aplica otro tratamiento. La considerable reducción de las transferencias económicas con la excusa, por no decir “espuria” justificación, de un presunto “derroche” del dinero público.

O, por último, el atentado al Principio de Autonomía Local, con la invasión de las competencias.

Históricamente, las funciones que se han asignado a los ayuntamientos han servido para transformar las ciudades. Para dar cobijo a los ciudadanos, equilibrar el territorio, garantizar el acceso a unos servicios públicos de calidad.

Pero esto va a cambiar.

La reducción en las competencias municipales, que hasta ahora han vertebrado el País, está repercutiendo en la gestión de los ayuntamientos limitando su prestación de servicios.  Servicios que, gracias a la flexibilidad que ofrece una administración cercana, se han podido adaptar de manera rápida y eficaz a las necesidades que ha tenido la población en cada momento.

Me refiero a políticas dirigidas a la mujer, a las familias a través de los servicios sociales, a la educación, de promoción y fomento de la ocupación, por ejemplo. Servicios, todos ellos, que se han convertido en una tabla de salvación para muchos ciudadanos, sobretodo en momentos de penuria como los que estamos atravesando desde hace cinco años.

Cuando una mujer se encuentra sufriendo una situación de violencia de género el recurso más óptimo, vista la inaccesibilidad de la justicia, son los recursos municipales.

Cuando una familia se encuentra en situación precaria, la posibilidad de tener la opción de una vivienda social garantiza su dignidad.

Cuando las guarderías se erigen como herramientas indispensables, más allá de la conciliación, para mejorar el éxito escolar puesto que permiten a los niños y niñas entrar en el camino de la enseñanza. Por no decir que están siendo detectoras de situaciones de desamparo.

Hablamos pues de una administración que ha sabido conciliar las necesidades de la gente y la ciudad.

Los municipios pueden ser, porque lo han sido, agentes políticos coadyuvantes.  Pueden ser máquinas tractoras que sirvan para implementar las nuevas bases de una economía productiva  que permita dar salida a este País.

Si las reformas del Partido Popular se acaban consolidando, no tendrá sentido que los ciudadanos vayamos cada cuatro años a las urnas para escoger las opciones políticas más acorde a nuestras necesidades. No tendrá sentido ir a votar porque no habrá nada que votar.

Claro que, ¿puede ser esto lo que pretende el Partido Popular?

El gobierno del PP ataca el diseño territorial, donde los municipios se encontraban en plano de igualdad respecto de los otros dos poderes públicos: el Estado y las Comunidades Autónomas. Justamente, los tres pilares configuraban el estado español como una estructura muy cercana a la federal. Al menos así lo entendí cuando estudié Derecho Constitucional en la carrera de Derecho.

Precisamente, recuerdo unas palabras de Josep Pallach del 1976, en su libro Democracia ¿para hacer qué? donde decía:

“la estructura federativa de un país no se ha “de inventar”; existe desde siempre, antes ya de formularla legalmente. Tiene la base en los ayuntamientos, que en los países democráticos son elegidos por sufragio universal y nombran ellos mismos a los alcaldes, los cuales también pueden ser elegidos por sufragio directo. Los municipios han sido desde siempre, en toda España, las células vivas de la democracia: tienen que disponer de sus propios presupuestos y tienen que ser capaces de resolver problemas importantes que la evolución de los tiempos ha planteado y que hoy restan a menudo sin solución: (...)”


¿Es posible que el PP quiera romper esta organización territorial y política del Estado? Estoy convencida.

Ahora más que nunca hace falta fundamentos para forjar un nuevo modelo social efectivamente cohesionado.

Los ciudadanos queremos, tenemos que poder decidir.

Sin embargo, ¿PODREMOS DECIDIR?

  

L’Hospitalet, catorce de abril de dos mil catorce.

9.4.14

PODREM DECIDIR?

S’han complert 35 anys d’Ajuntaments democràtics. 35 anys on els ciutadans hem pogut decidir per aquelles opcions polítiques en les que hem cregut. En les que hem pensat que lluitarien per la nostra Ciutat i pel nostre benestar.

35 anys en els que de forma conjunta, s’han hagut de travar complicitats entre la institució municipal i els ciutadans per tal de conformar ciutats com en les que ara vivim.

Ciutats vertebrades territorialment que han pretès garantir la justícia social entre tots. Cosa, per altra banda, que no és ni fàcil ni factible assolir-ho al cent per cent.

Crec que som conscients de quines ciutats i pobles veníem, amb grans mancances, i tots hem tirat endavant amb força i tenacitat. Un trajecte que no ha estat exempt de dificultats.

I després de 35 anys ens trobem que, com a ciutadans, les nostres expectatives de futur s’estan caient i s’acabaran desplomant, com un castell de naips, si no fem res al respecte.

La reforma local del Partit Popular que, des del 2011 està duent a terme demolirà l’Estat tal i com l’hem conegut fins ara. Una reforma que, de dret i de fet, coberta i en descobert, ens trasllada, amb una regressió brutal, als anys 40. Una re-centralització i, per tant, un atac a la Constitució Espanyola (per la porta del davant i pel darrera).

Aquesta reforma és un atemptat institucional i, en conseqüència, territorial.

Em refereixo a totes les vulneracions del principi d’autonomia local amb la que ens està atacant.

La limitació pressupostària de la despesa marcada pel Ministeri d’Hisenda, que dia rere dia pressiona i empetiteix les arques municipals.

L’exigència del dèficit  0 als ajuntaments, quan per l’Estat i les Comunitats autònomes se’ls aplica una altre tractament.

I l’atemptat al principi d’autonomia local, amb la invasió de les competències.

O la considerable reducció de les transferències econòmiques amb una  motivació “espúria” per un presumpte “malbaratament” dels diners públics.

Històricament, les funcions que s’han assignat als ajuntaments han estat per transformar les ciutats. Per donar aixopluc als ciutadans. Equilibrant el territori garantint l’accés a uns serveis públics de qualitat.

Però això pot canviar.

La minva en les competències municipals, que fins ara han vertebrat el País, està repercutint en la gestió dels ajuntaments limitant la seva prestació de serveis. Serveis, que gràcies a la flexibilitat que ofereix una administració propera,  s´han  pogut adaptar de manera ràpida i eficaç a les necessitats que ha tingut la població en cada moment.

Em refereixo a les polítiques de dones, dels serveis socials, de les polítiques en educació, de promoció i foment de l’ocupació, per exemple. Serveis, tots ells, als que els ciutadans s’han agafat com una taula de salvació en aquests moments de penúria.

Quan una dona es troba patint una situació de violència de gènere el recurs més òptim, vista la inaccessibilitat de la justícia, són els recursos municipals.

Quan una família es troba en situació precària, la possibilitat de tenir l’opció d’una vivenda social garanteix la seva dignitat.

Quan les escoles bressol s’erigeixen com a eines capdals, més enllà de la conciliació, per millorar l’èxit escolar ja que permeten als nens i nenes entrar en el camí de l’ensenyament. Per no dir que estant essent detectors de situacions de desemparament.

Parlem doncs d’una administració que ha sabut conciliar les necessitats de la gent i les polítiques.

Però no podem oblidar que els municipis poden ser, perquè han estat, agents polítics coadjuvants, poden ser màquines tractores per implementar les noves bases per una economia productiva, que acabi donant sortida al País.

Si aquestes reformes es consoliden, no tindrà sentit que els ciutadans anem cada quatre anys a les urnes per escollir les opcions polítiques més acords amb les nostres necessitats. No tindrà sentit anar a votar perquè no haurà res per votar.

Es clar que, pot ser és això el que pretén el Partit Popular?

El govern del PP es carrega el disseny territorial, on els municipis es trobaven en pla d’igualtat respecte dels altres dos poders públics: l’Estat i les Comunitats Autònomes.  Justament, els tres pilars configuraven l’estat espanyol com una estructura molt propera a la federal. Al menys així ho vaig entendre quan vaig estudiar dret constitucional a la carrera de dret.

Precisament, recordo unes paraules d’en Josep Pallach del 1976, en el seu llibre Democràcia per fer què? on deia: 

“l’estructura federativa d’un país no s’ha “d’inventar”; existeix sempre ja, abans de formular-la legalment. Té la base en els ajuntaments, que als països democràtics són elegits per sufragi universal i nomenen ells mateixos els alcaldes, els quals també poden ésser elegits per sufragi directe. Els municipis han estat des de sempre, a tot Espanya, les cèl·lules vives de la democràcia: han de disposar dels seus propis pressupostos i han d’esser capaços de resoldre problemes importants que l’evolució dels temps ha plantejat i que avui resten sovint sense solució: (...)”

És possible que el PP vulgui trencar aquesta organització territorial de l’Estat? N’estic segura.

Ara més que mai en calen fonaments per forjar un nou model social efectivament cohesionat.

El ciutadans volem, hem de poder, DECIDIR.


2.4.14

Un proyecto, un sueño, un futuro digno

Por la mañana, después de caminar una hora, me gusta disfrutar de uno de los placeres del día: tomarme un café con leche en la cocina mientras hojeo El País

El pasado jueves 21 de marzo, y llegando a las últimas páginas,  me encontré con el fallecimiento de Iñaki Azcuna, alcalde de Bilbao.

“Servidor público con Mayúsculas”, según sus vecinos. Y así lo confirman las muestras de tristeza de sus conciudadanos, de Bilbao y del mundo.

Decía el artículo que era un verso libre.

Parece ser que asustaba a sus propios compañeros de su partido porque sabían que si jugaban sucio les “cantaba las 40”.

Llamó a los terroristas por su nombre.

Y dicen que transformó Bilbao.

Forjó y creyó en su propio proyecto y, sin duda alguna, fue un estandarte del municipalismo.  Seguramente, un SERVIDOR PÚBLICO, con mayúsculas. 

Yo sólo le vi una vez paseando por Bilbao, pero me consta que Azcuna sabía lo que su ciudad quería y necesitaba. Según Odón Elorza, Azcuna nos ha confirmado que la política CON MAYÚSCULAS existe y que políticos como él son necesarios, ahora más que nunca.

Esto mismo expresaba Núria Marín, alcaldesa de L’Hospitalet de Llobregat, hace unas semanas en mi agrupación. Decía:

“los políticos tenemos la obligación de rehacer puentes de confianza con la ciudadanía.
Y es urgente hacerlo ya.
Por honestidad propia y por la dignidad que todo ciudadano me  merece”.

En L’Hospitalet tenemos un proyecto. Un proyecto de ciudad, un proyecto que pretende ofrecer FUTURO.  Ese es nuestro sueño. EL SUEÑO de los SOCIALISTAS. 

Un futuro donde realmente impere la justicia social, la igualdad de oportunidades y la libertad. Libertad para que  los ciudadanos puedan escoger un proyecto de vida digno.

Y este sueño de FUTURO ES IMPULSAR  LA TERCERA TRANSFORMACIÓN DE L’HOSPITALET.

La Transformación económica. Y la social. 

Para ello, es imprescindible que L’Hospitalet mire hacia el futuro y “con la cabeza bien alta”, dice la Primera Secretaria.

El desarrollo y la proyección de L’Hospitalet es indiscutible. Venimos de ser considerados una ciudad “al servicio de” otra, a ser, en este momento, un punto neurálgico y central del área Metropolitana de Barcelona. Y en esto tenemos mucho que ver los SOCIALISTAS.

Hace pocos días, Federico Mayor Zaragoza, en una conferencia celebrada en L’Hospitalet dijo, dirigiéndose a la Troika (FMI, BCE y la Comisión Europea), textualmente:

“déjense de diagnósticos y pongan soluciones encima de la mesa”

Por lo que me ahorraré diagnósticos. La situación de L’Hospitalet y del resto de ciudades españolas es conocida por los ciudadanos. Ahora, lo que hay que hacer es dar soluciones. Soluciones que generen de nuevo ILUSIÓN.

L’Hospitalet ya se ha puesto en marcha. Inmersa en un proyecto que generará ilusión y oportunidades, que consolidará los valores que proponemos los socialistas y que asentarán las bases de la futura ciudad que ansiamos.

Un proyecto que se abre paso en tiempos especialmente duros para nuestros conciudadanos, en los que prima la incertidumbre y la inseguridad. Sentimientos que los paralizan para afrontar el futuro e, incluso, el presente.

Los poderes públicos, las administraciones, el estado, las comunidades autonómicas y los ayuntamientos hemos de ser capaces de volver a generar confianza, de volver a tejer lazos con la ciudadanía. Hemos de ser capaces que los ciudadanos pierdan al miedo.

Ese ha de ser uno de los objetivos. Porque el miedo priva de libertad a los individuos.

Pero, antes de que llegue eso, los políticos hemos de volver a generar confianza a los ciudadanos, que han de creer que un futuro mejor es posible. Y para ello, la CREDIBILIDAD es imprescindible. 

Y si una cosa tiene el PSC de L’Hospitalet  y el gobierno municipal ES CREDIBILIDAD. Soy consciente de las críticas ajenas y propias. Son legítimas. Pero lo cierto es que en este momento L’Hospitalet tiene un modelo de Ciudad:

. Donde la justicia social gana terreno al aislamiento. Y la prueba es que allí dónde se genera riqueza se redistribuye en la Ciudad.

. Un modelo de ciudad creíble porque el ascensor social existe, es real. La prueba es la formación, la educación o las becas de comedor, así como todas las políticas públicas dirigidas a infancia y juventud, las políticas para nuestros mayores y para las personas de más de 50 años que se han quedado sin trabajo.

. Un modelo de ciudad donde el espacio público se conciba como elemento de cohesión. Y aquí se están haciendo los máximos esfuerzos.

El  gobierno municipal decidió apoyar a las personas y sortear a esos gobiernos miopes que nos quieren achicar como ciudadanos, privándonos de aquellos derechos que tanto costó conseguir.

Sí. Los socialistas en L’Hospitalet, liderados por Nuria Marín, se están enfrentando al envite de la derecha que ha puesto en crisis los servicios públicos. Y lo estamos haciendo en base a los valores que defendemos: reforzando las políticas dirigidas a las personas y manteniendo los servicios que son prioritarios en niveles de alta calidad, para velar que todo ciudadano pueda vivir con dignidad.

Esta es la credibilidad de que hablaba.

Tenemos que mejorar. Es cierto. No hay nada perfecto. Pero somos muchas las personas dispuestas a trabajar duro para transformar estos momentos de dificultad.

Y para ello, hacen falta proyectos. Proyectos como el de Núria Marín, que genere dignidad, que genere oportunidades, que garantice la justicia social.

Hemos de ser capaces de alzar la mirada sin dejar de soñar. Soñar con un futuro mejor.


Y ese sueño, en nuestro SUEÑO, el sueño del proyecto socialista en L’Hospitalet.