Llevo días queriendo decir la mía respecto a las elecciones americanas. Y lo haré brevemente.
Creo que todos hemos de ser conscientes de las limitaciones que se va a encontrar el futuro presidente en el ejercicio de su cargo, es decir, lo que realmente conseguirá una vez prometa el cargo de Presidente. De ello debemos ser todos conscientes porque sino, nos decepcionará.
No quiero parecer pesimista. Al contrario, tenía claro que debía ganar Obama ya que el otro candidato no ofrecía futuro alguno. Ahora bien, hay que poner en evidencia que el futuro presidente de los EEUU tiene muchos flancos abiertos: el primero la falta de liderazgo de su país respecto del resto del mundo. Con los 8 años de Bush, la nación americana ha quedado relegada al ridículo en más de una ocasión y ahora no es la fuerza que fue en su día.
En segundo lugar, la economía está en una situación, digamos, difícil, por decirlo de alguna manera.
En tercer lugar, la diversas contiendas bélicas que tiene abiertas. U otra aberración: Guantánamo. No se sostiene ni democrática ni jurídicamente por ninguna parte que esté activa. Y podría citar muchas más: como haberse “cargado” la ONU al deslegitimar sus resoluciones según fuera su interés, exigiendo adoptar unas resoluciones contrarias a todo derecho internacional o, simplemente, incumpliendo otras.
Pero hay una cosa que me llamó la atención y fue a raíz de la publicación de una noticia en la que, por parte de ambos candidatos se había contratado a unos 5000 abogados para que controlaran el proceso electoral. La noticia, que creo que pasó inadvertida, hizo que me planteara lo que ocurrirá en un futuro el sistema democrático, al haber quedado totalmente desvirtuado el proceso electoral americano actual.
Me explico. En el momento en que uno de los fundamentos del Estado Democrático y de Derecho queda cojo, como es este caso, al no garantizarse el proceso electoral –como se comprobó hace 4 años en las elecciones americanas -, el propio sistema democrático está siendo amenazado.
Si bien el sistema americano no está basado en el mismo proceso electoral que el español lo cierto es que, me preocupa sinceramente que “aquel estado que en su día fue el garante de los derechos y libertades de las personas” (lo pongo entrecomillado y en cursiva expresamente) ahora ni tan siquiera se plantee la necesidad de garantizar un proceso electoral que ha de elegir en base a los principios constitucionalmente establecidos a su futuro dirigente.
Esta “dejadez”: ¿Nos puede pasar a nosotros en un futuro?. Es decir, ¿podemos dejar de dar importancia a cualquiera de los pilares democráticos que se consolidaron en la Constitución Española en 1978?.
No iré muy lejos y por poner un ejemplo: el poder judicial, y se ha dicho por activa y por pasiva en infinidad de ocasiones. El poder judicial ha sido atacado y se ha puesto en cuestión hace ya tiempo su legitimidad.
Cuidado, pues. Nos podría pasar lo mismo.