29.4.13

EL SUR TAMBIÉN EXISTE

Escribía Mario Benedetti un poema que estos días vuelve a ser de actualidad.

Viendo como vemos los avatares por los que camina Europa desde Grecia a Portugal, pasando por Chipre, Italia y España me veo en la necesidad de reivindicar lo que han sido los países europeos del sur para el resto de Europa.

Europa se “pensó” como una potencia cuyo estandarte era los principios democráticos que sustentaban un Estado del Bienestar. Y así, desde 1950 fecha del Tratado, caminamos juntos, unos antes que otros, con mayor o menor lentitud, pero con un objetivo claro: la convergencia económica que más tarde llevaría a la convergencia social de todos los países que se fueran uniendo en este proyecto común.

Y así, a lo largo de años, el eje hispano-franco-alemán trabajo de la mano con Kohl, Mitterrand y González, sin olvidar a Delors, en lo que denomina F. González “la Galopada Europea”, con la que adoptaron el Acta Única que supuso mercado interior sin fronteras y políticas de cohesión con presupuestos plurianuales.

Pasaron los años, y se miraba hacia otro lado mientras las cosas iban bien y los bancos alemanes hacían su negocio. Y el resto de Europa sonreía satisfecha.

Hace cinco años ya de una crisis impensable que ha llevado a los países a tomar medidas draconianas. Una crisis que “ha justificado” atentados a los derechos sociales de la gente, básicamente atentados que hoy sufren las clases más vulnerables. Y todas estas medidas se han hecho “sin reparar en gastos” a pesar de que la culpabilidad venía de otros frentes (Lehman Brothers, como ejemplo del desmán financiero de los países capitalistas). Y ahora resulta que Europa parece que empieza a “despertarse”.

Lo pongo entre comillas porque “no tiene nombre” lo que nos está imponiendo Alemania, culpabilizando a los ciudadanos de los países “del Sur” del descontrol financiero, exigiendo medidas que son inasumibles. Aquí, mejor dicho, en Berlín se decide si el déficit está en un punto, en dos o …, sin pensar que esa medida supone el descabalgamiento de muchos ciudadanos de la comunidad.

Ahora la Troika, y “economistas de reconocido prestigio” (también en entrecomillado) empiezan a debatir la austeridad, repensándola y diciendo, con la boca pequeña, que quizás “nos hemos pasado de frenada”.

Pues miren, mientras deciden si se han pasado o no, empiecen a pensar que los países no nos medimos por el porcentaje del PIB, sino por las personas que lo componen. Fíjense en el Gobierno Francés que, luchando contra viento y marea, en un año: Ha disminuido el déficit con el gasto público, han subido los impuestos a las rentas más altas y a las grandes empresas; y lo que es más importante, todo ello manteniendo el elevado nivel de protección social y reforzando la educación pública.

Sres. Alemanes, Sres. de la Troika, Sr. Rajoy: Que los ciudadanos de hoy tienen derecho a tener presente y futuro. Ciudadanos como los jóvenes o los mayores de 50 años sin empleo. Ciudadanos que tienen derecho a vivir con dignidad, a tener la oportunidad de mejorar socialmente, en definitiva, a poder llevar a cabo su proyecto de vida.

Y, Sr. Rajoy, no nos pida paciencia. Lo de Vd., además de no dar la cara durante más de un año, es de una desfachatez sin límites el pedir comprensión a los ciudadanos.

No es hora de dejar pasar el tiempo, a ver si mejora el temporal. Ya no.

No sé por qué, pero me acuerdo de lo que decía el poema de Mario Benedetti:


“(…)pero aquí abajo abajo
cada uno en su escondite
hay hombres y mujeres
que saben a qué asirse
aprovechando el sol
y también los eclipses
apartando lo inútil
y usando lo que sirve
con su fe veterana
el sur también existe”

17.4.13

NUEVO PACTO CONSTITUYENTE

Decía en 2001 Felipe González en el libro El futuro no es lo que era: “El consenso en la transición era la búsqueda de una especie de territorio compartido, que no nos obligaba a renunciar a nada, pero trataba de comprender cuál era la verdad del otro para superar la política del rencor (…). El consenso se mantiene hasta el comienzo de los años noventa, cuando Alianza Popular se convierte en el Partido Popular y sus nuevos dirigentes reinstauran la política del rencor”.

Os recomiendo la lectura. No hay que olvidar de dónde venimos.

Hoy, pasados más de 30 años de aquél momento donde los ciudadanos sabían de dónde veníamos, que arrastrábamos como historia y qué futuro queríamos tener, nos encontramos ante una situación compleja, angustiosa, desconcertante, que nos marca golpe a golpe, día a día, como si fuera un metrónomo.

El descrédito de las instituciones es de tal calibre y su desmoronamiento es tan previsible que se nos hace difícil como ciudadanos saber hacia dónde vamos, lo que produce un galopante desasosiego. De hecho, y lo que es más desesperante, es que el camino que se nos muestra es un camino como el de Italia, totalmente a la deriva.

Son momentos difíciles y los ciudadanos, y los políticos en particular, debemos tener la corresponsabilidad y la obligación de buscar SÍ o SÍ, un acuerdo con unas reglas de juego reales, claras y consensuadas. Hace falta volver a construir unas bases democráticas cimentadas y ya no basadas en el miedo (a estas alturas sabemos todos que el miedo impide la libertad). Es imposible continuar por un camino mesiánico que nadie se cree porque es tanto como “vender humo”: una independencia idílica. En definitiva, vender arquitecturas de estado hecha con las cartas marcadas, una estructura de Estado que quien se lo ha inventado no se lo cree.

Es imposible continuar por un camino donde Rouco Varela se despacha en la asamblea Plenaria de la conferencia episcopal con que se debe derogar la ley del aborto, o de los matrimonios del mismo sexo. Ah, eso sí, una iglesia que no renuncia a las transferencias económicas que recibe del Estado, o donde el Sr. Wert se carga la asignatura “educación para la ciudadanía”, o donde se nos limita por la puerta de atrás el acceso a la justicia, o … En definitiva, un momento de regresión y despotismo.

Hace unos meses Pere Navarro planteaba un cambio en la Corona. Por cierto, se le criticó y el tiempo le está dando la razón que la primera institución que se ha de replantear su futuro es la Corona.

Hace falta rehacer el pacto entre todos. Iniciar el camino. Tener derecho a soñar. Los ciudadanos tenemos derecho a soñar.

En una entrevista reciente Manuel Vicent dijo: “la transición fue una aventura que salió bien. Sí hicieron muchas cosas mal, por la prisas y el equilibrio de los miedos, pero todos se concitaron para dar lo mejor de si mismos y sacar el carro de la laguna- Esta voluntad ahora no existe. Hoy la política se ha vuelto tóxica y todo lo que entonces fue positivo ahora es negativo”.

Pues bien, reconozcamos que ha habido cosas que no se han hecho bien pero sentémonos y hablemos. No quiero darle la razón a M. Vicent y estoy segura que lo entenderá.