Escribía Mario Benedetti un poema que estos días vuelve a ser de actualidad.
Viendo como vemos los avatares por los que camina Europa desde Grecia a Portugal, pasando por Chipre, Italia y España me veo en la necesidad de reivindicar lo que han sido los países europeos del sur para el resto de Europa.
Europa se “pensó” como una potencia cuyo estandarte era los principios democráticos que sustentaban un Estado del Bienestar. Y así, desde 1950 fecha del Tratado, caminamos juntos, unos antes que otros, con mayor o menor lentitud, pero con un objetivo claro: la convergencia económica que más tarde llevaría a la convergencia social de todos los países que se fueran uniendo en este proyecto común.
Y así, a lo largo de años, el eje hispano-franco-alemán trabajo de la mano con Kohl, Mitterrand y González, sin olvidar a Delors, en lo que denomina F. González “la Galopada Europea”, con la que adoptaron el Acta Única que supuso mercado interior sin fronteras y políticas de cohesión con presupuestos plurianuales.
Pasaron los años, y se miraba hacia otro lado mientras las cosas iban bien y los bancos alemanes hacían su negocio. Y el resto de Europa sonreía satisfecha.
Hace cinco años ya de una crisis impensable que ha llevado a los países a tomar medidas draconianas. Una crisis que “ha justificado” atentados a los derechos sociales de la gente, básicamente atentados que hoy sufren las clases más vulnerables. Y todas estas medidas se han hecho “sin reparar en gastos” a pesar de que la culpabilidad venía de otros frentes (Lehman Brothers, como ejemplo del desmán financiero de los países capitalistas). Y ahora resulta que Europa parece que empieza a “despertarse”.
Lo pongo entre comillas porque “no tiene nombre” lo que nos está imponiendo Alemania, culpabilizando a los ciudadanos de los países “del Sur” del descontrol financiero, exigiendo medidas que son inasumibles. Aquí, mejor dicho, en Berlín se decide si el déficit está en un punto, en dos o …, sin pensar que esa medida supone el descabalgamiento de muchos ciudadanos de la comunidad.
Ahora la Troika, y “economistas de reconocido prestigio” (también en entrecomillado) empiezan a debatir la austeridad, repensándola y diciendo, con la boca pequeña, que quizás “nos hemos pasado de frenada”.
Pues miren, mientras deciden si se han pasado o no, empiecen a pensar que los países no nos medimos por el porcentaje del PIB, sino por las personas que lo componen.
Fíjense en el Gobierno Francés que, luchando contra viento y marea, en un año: Ha disminuido el déficit con el gasto público, han subido los impuestos a las rentas más altas y a las grandes empresas; y lo que es más importante, todo ello manteniendo el elevado nivel de protección social y reforzando la educación pública.
Sres. Alemanes, Sres. de la Troika, Sr. Rajoy: Que los ciudadanos de hoy tienen derecho a tener presente y futuro. Ciudadanos como los jóvenes o los mayores de 50 años sin empleo. Ciudadanos que tienen derecho a vivir con dignidad, a tener la oportunidad de mejorar socialmente, en definitiva, a poder llevar a cabo su proyecto de vida.
Y, Sr. Rajoy, no nos pida paciencia. Lo de Vd., además de no dar la cara durante más de un año, es de una desfachatez sin límites el pedir comprensión a los ciudadanos.
No es hora de dejar pasar el tiempo, a ver si mejora el temporal. Ya no.
No sé por qué, pero me acuerdo de lo que decía el poema de Mario Benedetti:
“(…)pero aquí abajo abajo
cada uno en su escondite
hay hombres y mujeres
que saben a qué asirse
aprovechando el sol
y también los eclipses
apartando lo inútil
y usando lo que sirve
con su fe veterana
el sur también existe”
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