Dentro de tres horas, aproximadamente, toma posesión del cargo como Presidente de los EEUU Barack Obama. Los medios de comunicación han hecho el gran despliegue informativo al que nos tienen acostumbrados.
Todas las miradas están dirigidas de nuevo a América. Y de nuevo hemos de decir que ha conseguido ser el centro de atención. De nuevo se focalizan las esperazas en EEUU. No entraré en eso ahora por requerir un tratamiento aparte pero si decir que justo cuando al otro lado del mundo acaban de matar a más de 1200 personas y a otras muchas las han dejado sin NADA, creo que esta desproporción de medios, tanto periodísticos como de los fastos en la toma de posesión, es un insulto y en paso atrás en la credibilidad del mundo occidental.
Ligado a lo anterior, el futuro presidente de los EEUU tiene sobre sí un horizonte, digámosle (por decirlo de alguna manera), complicado. Con la crisis financiera global, el lastre de la guerra de Irak, Rusia haciendo de las suyas, con una Europa débil, … Obama es una esperanza.
Ahora bien, sin negar la carga simbólica que supone la presidencia de Obama, no podemos negar que en estos momentos, una gala ostentosa como la que estamos presenciando desde ayer, no se corresponde con la imagen que occidente debería dar a oriente.
Las formas son esenciales, máxime en momentos en los que el equilibrio en el mundo está prendido de unas “pinzas de cristal”. Sin negar la importancia a las personas que se concentraran en Wasghinton con el deseo de creer en un cambio en el rumbo de los EEUU y, por ende, en el mundo, es contraproducente según qué demostraciones ante el mundo.
No quiero ser pesimista, porque en el fondo me quiero creer que el cambio lo tenemos muy cerca, pero algo me frena para dejarme llevar por este torrente de ilusión americano y, porque no decirlo, mundial.
Ojala sea así. Suerte a todos!
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