El País publicaba
ayer la entrevista de J. A. Pérez Tapias,
candidato a las Primarias del PSOE. Una entrevista en la que se hacía
referencia al debate que se celebró el pasado lunes en la sede del PSOE en
Ferraz. Recomiendo su visión. Es gratificante y clarificadora.
Como decía, visionando el debate hubo un momento en el que Pérez Tapias mencionó una frase del último discurso de Salvador Allende.
Más allá de las diferencias y distancias históricas, me hizo ver que, el mundo continúa moviéndose en unas coordenadas, ahora, virtualmente tejidas, que no generan seguridad, ni igualdad ni justicia social. Al contrario.
Si hablamos de España, nuestros cimientos sociales e institucionales, en los que estamos asentados, son de estructura de cemento. Un cemento que, pasados más de 30 años, “dicen” que padece aluminosis. Si esto es así, aquellos que creemos en el edificio de la democracia, tenemos la obligación de reforzar la estructura y substituir y curar aquellas vigas que padecen “la enfermedad”. Porque sólo reforzando y mejorando los cimientos de nuestras instituciones democráticas, podemos proyectar el futuro de España.
Decía Salvador Allende en su discurso final:
“Trabajadores de mi Patria, tengo fe
en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el
que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más
temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el
hombre libre, para construir una sociedad mejor.”
Este discurso creo que, salvando las distancias, es plenamente vigente. Y me confirma que la lucha, aunque parezca que tenga otra cara, es la misma. No quiero exagerar, pero no creo que yerre demasiado si digo que la historia ha pasado, las cosas han cambiado, que nosotros hemos cambiado, pero “la felonía, la cobardía y la traición”, que mencionaba Allende, continua vigente.
Y continua vigente con diferentes caras, con diferentes nombres. Sin armas en la mano, sí. Pero con un mismo objetivo: alterar la democracia, como la alteraron aquel 11 de septiembre de 1973 en Chile. La derecha rabiosa y sedienta de poder y que ahora se dice llamar “neoliberal” vuelve a las andadas.
Y vuelven con ayuda
de “Los hombre de negro” de los que
hablaba Olof Palme. Unos hombres de negro en forma de poderes fácticos, hombres
de negro vestidos de mercados financieros, que condicionan nuestro futuro de
forma irremediable, según quieren que pensemos.
Debemos resistirnos
a ello. Debemos resistirnos a la intransigencia, al autoritarismo disfrazado de
mayoría absoluta del PP, que encubren los
hombres de negro, y que nos está coartando las libertades “a golpe” de
reales decretos. Que imponen sus designios por medio de leyes retrógradas que coartan la libertad de los ciudadanos para escoger su futuro.
Los
socialdemócratas estamos en una encrucijada en la que se nos exige pensar con
la mirada puesta en un futuro. Pensar en un futuro, mediato e inmediato, y con la
urgente necesidad de ser la solución para este futuro.
Y para eso, ya no
vale actuar a medias tintas, ni titubear. Nos podemos equivocar, de acuerdo,
pero no podemos decir y luego no hacer. O hacer lo contrario de aquellos que hemos dicho a lo largo de nuestra historia.
El próximo domingo
13 de julio los militantes socialistas tenemos dos citas en nuestras agrupaciones.
Dos citas claves ya que de ellas dependerá cómo enfoquemos el futuro de la
socialdemocracia, el futuro de todos. Un futuro dirigido a "parar" definitivamente esta
apisonadora que es la derecha.
Y para ello es
importante que pensemos que nuestro voto será el que consolide de nuevo un
proyecto conjunto y sólido. Un proyecto que nos permita garantizar una
convivencia en paz, igualdad de oportunidades y justicia social.
El domingo es
nuestra oportunidad para entretejer la izquierda social. El domingo es la oportunidad
de todos.
L’Hospitalet, once
de julio de dos mil catorce
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