Son muchos los acontecimientos
que estamos viviendo y los cambios se suceden a una velocidad fulgurante,
vertiginosa.
El panorama social es duro y sin
visos de cambiar.
¿Y el político? El político es….
como os diría, un precipicio.
Éste segundo panorama me
preocupa. Pero lo primero me preocupa más.
El informe del CES de hace unos
días es demoledor. La brecha social se ha incrementado en 6,8 veces más que en 2007. La tasa de pobreza ha
aumentado como nunca que, en la población infantil ha llegado a un 30 por
cierto. Y lo que es peor, amenaza con cronificarse y dejar de ser una
“situación coyuntural”.
No cabe el inmobilismo.
Ante este escenario, el resultado
de las pasadas elecciones europeas nos transmitió la voluntad de la población.
Los ciudadanos quieren cambios. Cambios para los que no confían en los partidos
tradicionales.
La foto de una encuesta de un
medio de comunicación de hace unos días era reflejo del descontento general:
Bipartidismo desactivado. El PP y el PSOE sin sumar; y UPYD, C’s, ERC y IU no
suman juntos ni lo que suman PODEMOS, con más de 50 diputados.
Si esta encuesta se acaba
haciendo realidad tendremos un Parlamento y, por lo tanto un país,
ingobernable. Y, en consecuencia, inmobilismo.
Se nos está planteando
colectivamente un reto generacional y social que haga resurgir la consciencia
de clase y aglutine a sectores sociales que se sienten sin representación
política: el voto joven, licenciados que han emigrado a otro país y que quieren
volver para integrarse y cambiar el sistema; el voto de los autónomos; el de
las clases medias-bajas. Todos ellos buscan alternativas a su “sin futuro
colectivo”.
¿Y qué buscan estos votos? La
regeneración política, económica e institucional.
Por cierto, creo que el populismo
puede enmascarar opciones políticas que acaben provocando el desfallecimiento de las opciones
reales de transformación social que los ciudadanos estamos pidiendo. Por toda
Europa ha crecido una oleada de nacionalismos excluyentes. Ha emergido la
sensación entre los europeos que es mejor “recogerse
en casa” que continuar luchando por un proyecto colectivo. A eso se le
llama MIEDO.
Pero ni el miedo ni la velocidad
vertiginosa de la realidad nos puede atenazar de tal manera que nos impida
pensar para tomar las decisiones acertadas.
Lo que parece una situación
desoladora, puede ser generadora de oportunidades para iniciar cambios. Una
oportunidad colectiva para conectar de nuevo con aquellos ciudadanos que
siempre han confiado en las políticas de izquierdas, y hacerles ver que el partido socialista, con
su experiencia, con su potencial humano, puedes llevarlas a cabo.
Es nuestra oportunidad de
demostrarles que seguimos aquí, personas implicadas que trabajamos día a día
por materializar un proyecto social inclusivo, igualitario. Que nos creemos lo
que hacemos y lo hacemos porque queremos.
Ésta es nuestra oportunidad,
como gente de izquierdas y, por tanto, como socialistas.
Tenemos deberes: dar respuesta a
los requerimientos ciudadanos proponiendo reformas de calado que se adecuen a
los tiempos.
Y aquí los tiempos y las formas
son esenciales. Ayer se publicaba una entrevista de Antón Costas en la que
planteaba la necesidad de consultar a la ciudadanía qué quiere.
Estoy de acuerdo. Hay que
consultar a la ciudadanía sobre qué España quieren. Y, como decía tenemos la obligación entre
todos, de poder dibujarla. Porque el trabajo colectivo será el éxito colectivo.
Aquí, la reforma institucional
y, por tanto, política es la que puede dar contenido a la reforma federal del
estado. Para empezar. Pero es esencial que, conjuntamente, haya una
regeneración del modelo económico.
Y para ello contar con un Partido
Socialista sólido es vital.
La semana pasada escuchaba a
Susana Díaz que le preguntaba si había vuelto el PSOE. Y decía: “aquí manifiesto mi desacuerdo con mi
Secretario General. Recordaba las palabras de Rubalcaba en la Conferencia de
Noviembre que decía: el PSOE ha vuelto compañeros. Pues bien, Susana ha dicho: “El PSOE nunca se
ha ido”.
Creo que después del 25M, la
ciudadanía no ha percibido ni que hubiéramos vuelto ni que, tan siquiera,
estuviéramos.
Está claro que hace tiempo que el
liderazgo del PSOE no ha cuajado. Reconociendo a Pérez Rubalcaba su figura de
hombre de estado, de una inteligencia excepcional, en Sevilla se le pidió un paso atrás que no
supo dar.
Estamos en un momento de vital
importancia.
Por ello creo que es necesario
dotar de CREDIBILIDAD, COHERENCIA y CONTUNDENCIA nuestras ideas. Y sobre todo
de generosidad.
Me alargo y no quiero.
Abramos los debates que entre
todos estamos demandando. Cerremos aquellos que sean estériles, que no aportan
soluciones. Habrá que hablar del modelo
Estado que queremos. Y, por tanto, de monarquía o república.
¿Por qué no?
¿Por miedo?
¿Por qué nos da pánico que acabe
la ultraderecha en la Presidencia de la República?
Pues, hagamos las reglas de juego
sin dejar de pensar en lo que ya hemos vivido.
Decía Antón Losada: “Aquí somos poco de reformas. Lo que nos
gusta de verdad es el derribo”
Se refería a la transición como
un gran logro que nos ha permitido un éxito colectivo: el estado del bienestar.
Y una parte importante de ese logro es nuestra, de los socialistas. No lo
olvidemos.
No podemos NO actuar por miedo.
Tenemos la obligación entre todos
de actuar.
Pensemos para decidir. Pero
pensemos sosegadamente para decidir la construcción de FUTURO. Un futuro que
tiene que ser un éxito colectivo. Y ahí, deberemos estar todos.
L’Hospitalet,
16 de junio de 2014
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