18.11.14

Ho entens ara, amiga?

El pasado viernes disfrutamos en el Teatro Joventut de L’Hospitalet de Almudena Grandes. Quien la haya leído, poco le puedo añadir. Quien haya leído “El Corazón helado” menos. Quien no lo haya hecho, que lo haga. Me veo incapaz de describir las múltiples sensaciones que me ha generado su lectura.
 
Fue más de una hora y media escuchando a una mujer que, a pesar de tener una imagen de dureza, transmitía esa  sensibilidad y sabiduría que traspira cada uno de sus libros.
 
No soy crítica literaria, así que mis percepciones son personales. 
 
Mientras la escuchaba y la miraba –mueve sus manos de forma constante-, me daba la sensación que la reconocía. Que había compartido con ella algun momento. Esas cosas pasan cuando conoces a alguien. Parece que la conoces de toda la vida. Con Grandes me pasó lo mismo.
 
Es cierto que esto, como tal, no es nada extraordinario. Hay personas que te son familiares desde el primer momento.
 
La verdad, es que fue una “bocanada de aire fresco”. De hecho, al dia siguiente, tenía esa sensación de haber disfrutado, durante una hora y media, de alguien con una personalidad arrolladora y apasionada, muy apasionada.
 
Pero había algo más. Hasta hoy, pasados varios días, no he sabido reconocer lo que me provocó Almudena Grandes. Reconocí en ella a alguien muy importante para mí:  reconocí a mi amiga.
 
He compartido con mi amiga casi 30 años. A lo largo de más de 20 nos hemos visto cada día, salvo los meses que estuve en Bologna. Los momentos vividos han sido múltiples e intensos. No los voy a explicar, pero reiríamos mucho. En los últimos diez,  a pesar de no mantener la relación con tanta intensidad, cuando nos veíamos parecía como si hubiésemos dejado la conversación ayer. Para ser gráficos, escuchad “Juan y José”, una canción de J. M. Serrat. Seguro que me entenderéis.
 
En junio quedamos para cenar. Se iba de vacaciones y nos queríamos despedir. No fue una cena como las de siempre. Mi amiga estaba inquieta. No  se encontraba bien. Incluso me llegó a pedir disculpas  per no haver rigut tant com acostumem a fer”.
 
Al cabo de un mes le diagnosticaban un cáncer.
 
La vida te da una vuelta y “te cuelga de un tenderete cogida por dos pinzas”. Porque a pesar de haber vivido muchas pérdidas, con ésta no cuentas. De hecho, nunca te la planteas.
 
Ayer la felicité. Podria decir por su cumpleaños, por su santo, pero no. La felicité por su valentía. Por su sonrisa “guapa” que te muestra cada día. Por la pasión que transmite en cada gesto de sus manos. O de sus ojos. Porque la vida, a pesar de que se nos escapa día a día, se disfruta instante a instante.
 
Hace poco le dije: ”ets valenta amiga”. A lo que me respondió: “venint de tu és un elogi”. 
 
Os puedo asegurar que la demostración diaria de solidez, de fortaleza, de arrojo, de rebeldía frente a los golpes bajos de la vida, es un ejemplo. Me recordó a la protagonista de El Corazón Helado,  Raquel Fernández Perea.
 
Eso es lo que me recordó el viernes. Esta mañana se lo he contado, pero creo que no me ha entendido.
 
Básicamente, esto es lo que te quería decir.
 
“Ho has entès ara, amiga?”  
 

L’Hospitalet, 18 de noviembre de 2014

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